Hoy tus manos eran frías,
tus caricias témpanos de hielo,
tus palabras estaban llenas de desamor
y tu mirada era indiferente a todo deseo.
Nunca esa impasibilidad se hizo tan patente
y se subrayó sobre sí misma para acentuarse,
enfatizando en su carácter
ese sabor agridulce que te acompaña,
insitiendo en la dureza de tu corazón
para desalentar cada una de mis hazañas.
Gélido son tus besos,
aquellos que otorgas de forma cobarde
y que tildas de exhuberantes,
quedándose entumecidos al llegar el momento de darlos.
No eres ese calor del cual te jactas,
no tienes ese ardor que tanto presumes
y del cual alardeas constantemente,
tan sólo eres rescoldo de lo que fuiste,
tan sólo diminuta lumbre.
tus caricias témpanos de hielo,
tus palabras estaban llenas de desamor
y tu mirada era indiferente a todo deseo.
Nunca esa impasibilidad se hizo tan patente
y se subrayó sobre sí misma para acentuarse,
enfatizando en su carácter
ese sabor agridulce que te acompaña,
insitiendo en la dureza de tu corazón
para desalentar cada una de mis hazañas.
Gélido son tus besos,
aquellos que otorgas de forma cobarde
y que tildas de exhuberantes,
quedándose entumecidos al llegar el momento de darlos.
No eres ese calor del cual te jactas,
no tienes ese ardor que tanto presumes
y del cual alardeas constantemente,
tan sólo eres rescoldo de lo que fuiste,
tan sólo diminuta lumbre.
Meridien
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