Nos encontramos a destiempo, en un espacio que no nos pertenecía y que sin embargo hicimos nuestro, pero el tiempo corría y se desvaneció entre deseos. Las miradas nos cautivaron, las palabras nos seducieron, el contacto se llenó de premura y el interés colmó nuestros anhelos. No quisimos enamorarnos, ni tan sólo aspirar a ser algo más que un sueño, no codiciamos la locura ni idealizamos la fantasía, no fuimos más allá de donde llegamos, no fechamos nuestra cercanía. Las caricias quedaron impregnadas del tacto de nuestros cuerpos y como huella quedaron marcadas recordando un tiempo incierto. El sabor de los labios selló el destino de aquellos besos y el aroma de la piel fue el tatuaje del deseo. Y en el transcurso de este lapso de tiempo, donde la existencia se hizo más auténtica, donde los sentidos se vieron saciados, mi corazón quedó conmocionado, cercado por el estigma de la pasión, impresionado por un momento, a destiempo, timbrado de honor, a destiempo, firmado con respeto. Nos e
las historias, las palabras, los pensamientos, las inquietudes, los sentimientos... muestran nuestra humanidad más allá de lo predecible