Suspiré, me llené de esos versos que llovieron en forma de letras inundando el papel que se hallaba bajo mis manos, tu esencia me cubrió de poesía y emergió de mis adentros el amor que tan celosamente guardaba en silencio. Suspiré, y no pude evitar inundarme con tu aroma, eclipsando mis sentidos que embelesados por ti decidieron rendirse sin condiciones a este incierto destino. Nuevamente suspiré y me di cuenta que eras tú el hombre que siempre había querido y aún tarde en conocerte, sé de la certeza del sentimiento surgido. Y declaro abiertamente, sin temor a lo prohibido que mi piel codicia tu tacto, mis labios tus suspiros, eres el sabor que prefiero bajo la humedad de mi lengua y el tacto entre mis piernas. Deseable es tu cuerpo, apetecibles tus besos, codiciables tus caricias, golosa tu sonrisa. Suspiré, una y otra vez, por el tacto de tus dedos recorriendo salvajemente mi cuerpo, dedicados plenamente al lenguaje del placer. Suspiré, mientras el azar actuó a su antojo y los versos
las historias, las palabras, los pensamientos, las inquietudes, los sentimientos... muestran nuestra humanidad más allá de lo predecible