Por qué mi corazón siente tristeza,
por qué mi sonrisa se apaga lentamente,
siento que he perdido algo importante,
siento que he perdido tus besos.
Ni tus palabras, ni tus sonrisas
llenan mi espíritu entero
y es que hay algo que necesito,
y eso son tus besos.
Tus besos dulces,
tus besos tiernos,
tus besos escritos,
simplemente, tus besos.
Esos besos que me dabas,
esos besos que me concedías,
esos besos llenos de amistad y cariño,
dónde están esos besos.
Tanto daño te hice cuando te robé ese beso,
que tu corazón no perdona ese momento.
Solo busco el perdón que me devuelva tus besos,
yo como ladrón, arrepentido,
navegando entre dos mares,
sin saber el alcance de ese momento,
queriendo no olvidar nunca
ese dulce beso y al vez,
con la mano en el corazón pidiendo tu perdón.
Creido de que no hacía mal ninguno,
equivocado hasta los huesos,
ahora llora mi corazón y mis ojos muestran la tristeza del momento.
Quiero que vuelvan tus besos,
como el niño que reclama su caramelo,
no por querer molestarte,
simplemente por quererte.
Este ladrón traicionero,
que te robó un beso sin tu saberlo,
ahora arrepentido,
no del beso,
sino de la forma,
ese ladrón busca incesante,
la recuperación de esos besos
que aunque escritos, saben a miel
y realizados, a sueños.
Perdón, pido perdón,
dice el ladrón de tus besos.
por qué mi sonrisa se apaga lentamente,
siento que he perdido algo importante,
siento que he perdido tus besos.
Ni tus palabras, ni tus sonrisas
llenan mi espíritu entero
y es que hay algo que necesito,
y eso son tus besos.
Tus besos dulces,
tus besos tiernos,
tus besos escritos,
simplemente, tus besos.
Esos besos que me dabas,
esos besos que me concedías,
esos besos llenos de amistad y cariño,
dónde están esos besos.
Tanto daño te hice cuando te robé ese beso,
que tu corazón no perdona ese momento.
Solo busco el perdón que me devuelva tus besos,
yo como ladrón, arrepentido,
navegando entre dos mares,
sin saber el alcance de ese momento,
queriendo no olvidar nunca
ese dulce beso y al vez,
con la mano en el corazón pidiendo tu perdón.
Creido de que no hacía mal ninguno,
equivocado hasta los huesos,
ahora llora mi corazón y mis ojos muestran la tristeza del momento.
Quiero que vuelvan tus besos,
como el niño que reclama su caramelo,
no por querer molestarte,
simplemente por quererte.
Este ladrón traicionero,
que te robó un beso sin tu saberlo,
ahora arrepentido,
no del beso,
sino de la forma,
ese ladrón busca incesante,
la recuperación de esos besos
que aunque escritos, saben a miel
y realizados, a sueños.
Perdón, pido perdón,
dice el ladrón de tus besos.
Meridien, 2006
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