Veo en tí ese rostro rasgado lleno de tristeza,
esas lágrimas agotadas por tanta incomprensión,
esa belleza cansada por tanta preocupación
y esas manos trabajadas con tanto dolor.
Y siento tu voz silenciada por el paso del tiempo,
y observo las huellas que dejó la savia de la vida,
y oigo el latir cansado de tu corazón,
y veo la belleza de una persona especial.
No comprendo porqué te rodea tanta soledad,
porqué se alejan aquellos a los que amaste,
y desde la distancia sólo puedo sentir compasión.
El tiempo pasa y se lleva los recuerdos con él,
pero sólo los verdaderamente importantes permanecen con nosotros,
tus historias me conmueven,
me hacen ir a un tiempo en el cual el pan era oro y la vida un don,
y me pregunto de nuevo,
dónde nos equivocamos para sentir tanta desolación.
Pero no te preocupes, ahora me tienes a tu lado,
ahora ya no habrá más dolor,
ni soledad, ni heridas,
ahora en este momento, nos llegó la hora del amor.
esas lágrimas agotadas por tanta incomprensión,
esa belleza cansada por tanta preocupación
y esas manos trabajadas con tanto dolor.
Y siento tu voz silenciada por el paso del tiempo,
y observo las huellas que dejó la savia de la vida,
y oigo el latir cansado de tu corazón,
y veo la belleza de una persona especial.
No comprendo porqué te rodea tanta soledad,
porqué se alejan aquellos a los que amaste,
y desde la distancia sólo puedo sentir compasión.
El tiempo pasa y se lleva los recuerdos con él,
pero sólo los verdaderamente importantes permanecen con nosotros,
tus historias me conmueven,
me hacen ir a un tiempo en el cual el pan era oro y la vida un don,
y me pregunto de nuevo,
dónde nos equivocamos para sentir tanta desolación.
Pero no te preocupes, ahora me tienes a tu lado,
ahora ya no habrá más dolor,
ni soledad, ni heridas,
ahora en este momento, nos llegó la hora del amor.
Meridien, 2007
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