No he olvidado mis sueños,
ni mis promesas, ni sentimientos,
no he olvidado cada amanecer entre tus brazos,
cada atardecer en tu mirada,
cada anochecer al otro lado de la cama.
No he olvidado tu aroma,
ni tu suave y cálida piel,
no he olvidado tus manos
y tus susurros entre las sábanas,
aquellos que acentuaban nuestra cercanía.
No he olvidado, que entrada la noche,
llegaban esos besos que había ansiado todo el día,
esos besos de amor que a cielo sabían,
esos besos que con elocuencia te pedía día a día.
No he olvidado el camino de tu cuerpo,
el recorrido por cada parte de él,
no he olvidado el placer de los instintos,
ni las noches donde la imaginación se abría camino.
Sigo pensando en el sabor de tu boca,
en el aroma de tu piel,
en las caricias de tus manos
y en tus abrazos en mi acaecer.
No he olvidado,
no te he olvidado...
ni mis promesas, ni sentimientos,
no he olvidado cada amanecer entre tus brazos,
cada atardecer en tu mirada,
cada anochecer al otro lado de la cama.
No he olvidado tu aroma,
ni tu suave y cálida piel,
no he olvidado tus manos
y tus susurros entre las sábanas,
aquellos que acentuaban nuestra cercanía.
No he olvidado, que entrada la noche,
llegaban esos besos que había ansiado todo el día,
esos besos de amor que a cielo sabían,
esos besos que con elocuencia te pedía día a día.
No he olvidado el camino de tu cuerpo,
el recorrido por cada parte de él,
no he olvidado el placer de los instintos,
ni las noches donde la imaginación se abría camino.
Sigo pensando en el sabor de tu boca,
en el aroma de tu piel,
en las caricias de tus manos
y en tus abrazos en mi acaecer.
No he olvidado,
no te he olvidado...
Meridien, 2007
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