No romperé mi promesa,
aquella que hice desde el corazón,
que nació de un buen sentimiento y creció en el amor.
Hoy como todos los días,
tengo presente mis palabras,
mi compromiso, mi fidelidad,
mi coraje ante la vida,
mi elección de afirmar esa promesa,
declaración de intenciones.
Porque en mí hay honor y dignidad,
identidad de mi existencia,
presente y pasado,
pero también un verdadero futuro,
un tiempo lícito y auténtico .
No romperé mi promesa,
no me ahogaré en mis remordimientos por negarla,
el dolor sería insoportable,
evidencia de mi corazón.
Sería insolente decir que jamás volveré a prometer,
porque no puedo,
para mí no existe jamás,
y quien sabe de nuestra elección.
No omitiré que a veces una promesa me ha aprisionado,
circunscrito y maniatado,
ha conjugado mis palabras,
ha clamado mis lamentos,
esclava de una promesa.
Pero no obstante...
no romperé mi promesa.
Meridien, 2007
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