Siento que muero lentamente,
que con cada suspiro se pierde parte de mí,
que los momentos de ausencia son momentos perdidos,
que el silencio a veces se llena de vacío
y el vacío me hace infeliz.
Siento que el tiempo se escapa entre mis manos,
que las dificultades crecen con cada paso,
que mi aliento es cada vez más escaso
y mi temor a equivocarme me ata a la tierra.
Pero también siento que hay ángeles en mi camino,
que me acompañan en mi fría soledad,
ofreciéndome el calor de sus corazones,
secando mis lágrimas y ayudándome de nuevo a levantar.
Y aunque la muerte se hace cada vez más cercana,
no quiero perder la fe en el mañana,
en la posibilidad de la diferencia,
en los sueños que me aguardan,
quiero vivir intensamente,
experimentar cada instante, pues no son eternos
y si el tiempo no se detiene, yo tampoco lo haré.
que con cada suspiro se pierde parte de mí,
que los momentos de ausencia son momentos perdidos,
que el silencio a veces se llena de vacío
y el vacío me hace infeliz.
Siento que el tiempo se escapa entre mis manos,
que las dificultades crecen con cada paso,
que mi aliento es cada vez más escaso
y mi temor a equivocarme me ata a la tierra.
Pero también siento que hay ángeles en mi camino,
que me acompañan en mi fría soledad,
ofreciéndome el calor de sus corazones,
secando mis lágrimas y ayudándome de nuevo a levantar.
Y aunque la muerte se hace cada vez más cercana,
no quiero perder la fe en el mañana,
en la posibilidad de la diferencia,
en los sueños que me aguardan,
quiero vivir intensamente,
experimentar cada instante, pues no son eternos
y si el tiempo no se detiene, yo tampoco lo haré.
Meridien, 2007
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