Voy sin paso ni rumbo fijo,
navegando entre las almas de este jardín,
liberándome de la asfixia de la rutina,
evadiendo el inconformismo sin fin.
Extiendo mi vista hacia el horizonte,
nada perturba mi visión,
percibo el aroma que me embarga,
que me llena de vida y agitación,
que penetra en mis entrañas,
que perdurará en mi mente y corazón.
Y en este jardín de armonía,
siento el alma desprendida,
el aroma de la esperanza,
la sustancia de la vida,
la paz de la oración y el manantial del amor.
Conozco y aprecio su paisaje,
su mirada a veces incomprendida,
la sensibilidad que emana de sus elementos,
la comprensión de su propio pensamiento,
lleno de múltiples conocimientos.
Voy sin paso ni rumbo fijo,
aprendiendo de lo acontecido.
navegando entre las almas de este jardín,
liberándome de la asfixia de la rutina,
evadiendo el inconformismo sin fin.
Extiendo mi vista hacia el horizonte,
nada perturba mi visión,
percibo el aroma que me embarga,
que me llena de vida y agitación,
que penetra en mis entrañas,
que perdurará en mi mente y corazón.
Y en este jardín de armonía,
siento el alma desprendida,
el aroma de la esperanza,
la sustancia de la vida,
la paz de la oración y el manantial del amor.
Conozco y aprecio su paisaje,
su mirada a veces incomprendida,
la sensibilidad que emana de sus elementos,
la comprensión de su propio pensamiento,
lleno de múltiples conocimientos.
Voy sin paso ni rumbo fijo,
aprendiendo de lo acontecido.
Meridien, 2007
Comentarios