Las palabras nos llevaron a la ofuscación,
con ellas pedías que te trajera tabaco,
esa droga que mata lentamente,
con la voz apagada, efectiva, sin compasión.
Me negué, lo sabes,
no puedo sentir que soy culpable,
culpable de quitarte parte de vida,
de sentir que la muerte viene de mi mano.
Entonces tu ironía se abrió camino
y de tu boca brotaron voces sin sentido,
con ellas reclamabas tu derecho a fumar,
proclamando que si no te traía tabaco,
te estaba matando,
y así, oí una y otra vez,
me estás matando, me estás matando.
Cerré los ojos y saqué fuerzas de mis adentros,
fuí amarga para compensar el momento,
de esta forma te llamé corazón de piedra
y repetí tus propias palabras,
aquellas que hirieron mis sentimientos,
me estás matando, repetí suavemente,
me estás matando, de nuevo pronuncié hasta apagar mi voz.
Fuí cruel,
te dí de tu propio alimento,
inhumana y despiadada,
irracional hasta para eso.
con ellas pedías que te trajera tabaco,
esa droga que mata lentamente,
con la voz apagada, efectiva, sin compasión.
Me negué, lo sabes,
no puedo sentir que soy culpable,
culpable de quitarte parte de vida,
de sentir que la muerte viene de mi mano.
Entonces tu ironía se abrió camino
y de tu boca brotaron voces sin sentido,
con ellas reclamabas tu derecho a fumar,
proclamando que si no te traía tabaco,
te estaba matando,
y así, oí una y otra vez,
me estás matando, me estás matando.
Cerré los ojos y saqué fuerzas de mis adentros,
fuí amarga para compensar el momento,
de esta forma te llamé corazón de piedra
y repetí tus propias palabras,
aquellas que hirieron mis sentimientos,
me estás matando, repetí suavemente,
me estás matando, de nuevo pronuncié hasta apagar mi voz.
Fuí cruel,
te dí de tu propio alimento,
inhumana y despiadada,
irracional hasta para eso.
Meridien, 2007
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