Recuerdo tus palabras de angustia,
tu rostro abatido,
tus lágrimas resbalando por tus mejillas,
tu voz temblorosa,
tu alma decaida.
Recuerdo el temor que te invadía,
el peso que a tus espaldas llevabas,
recuerdo la tristeza de tus ojos
y el llanto de tu mirada.
Recuerdo la ausencia que te llevaba
a una tristeza que te consumía,
tu sufrimiento y abatimiento,
puertas hacia la penuria y la desolación,
camino de aflicción.
Recuerdo tus pésimos momentos,
aquellos en que buscabas cariño
y sólo encontrabas soledad,
tiempo de desconsuelo con sabor a acíbar,
con sabor a hiel y aroma de infelicidad.
Todo lo recuerdo,
todo permanece en mí,
recuerdos de entristecimiento
que ahora lentamente se desvanecen
y se pierden en nuestra memoria,
dando paso a nuevos sentimientos,
que se hacen bellos recuerdos,
memoria de alegrías,
presentes de compañía,
regalo de amistad,
recuerdos que reconfortan espíritu y corazón,
bellos momentos de amor.
tu rostro abatido,
tus lágrimas resbalando por tus mejillas,
tu voz temblorosa,
tu alma decaida.
Recuerdo el temor que te invadía,
el peso que a tus espaldas llevabas,
recuerdo la tristeza de tus ojos
y el llanto de tu mirada.
Recuerdo la ausencia que te llevaba
a una tristeza que te consumía,
tu sufrimiento y abatimiento,
puertas hacia la penuria y la desolación,
camino de aflicción.
Recuerdo tus pésimos momentos,
aquellos en que buscabas cariño
y sólo encontrabas soledad,
tiempo de desconsuelo con sabor a acíbar,
con sabor a hiel y aroma de infelicidad.
Todo lo recuerdo,
todo permanece en mí,
recuerdos de entristecimiento
que ahora lentamente se desvanecen
y se pierden en nuestra memoria,
dando paso a nuevos sentimientos,
que se hacen bellos recuerdos,
memoria de alegrías,
presentes de compañía,
regalo de amistad,
recuerdos que reconfortan espíritu y corazón,
bellos momentos de amor.
Meridien, 2007
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