Hoy el día parece más triste que nunca,
tan sólo desearía ver una luz que despertara mis sentidos,
una brisa que me llevara lejos de aquí,
hoy más que nunca la soledad tiene nombre de espina,
hoy ni los rostros más cercanos
logran evadirme de este tiempo de angustia,
de eterna soledad,
de ese sentimiento
de estar aprisionada entre paredes de cristal,
contemplando el otro lado
y sin capacidad para poderlo alcanzar.
Y en este refugio sin elección
me siento más sola que nunca,
realmente tus palabras fueron
capaces de herirme profundamente de nuevo,
limitando mi forma de actuar pero no de sentir,
y aún así sigues teniendo la capacidad de poderme herir,
una vez tras otra, de una forma impredecible.
Y aquí estoy reprimiendo todo lo que siento,
incapaz de llorar de tanta angustia concentrada
en tan poco continente,
arrodillada sobre mí misma,
envuelta en mi propia piel,
intentado consolarme entre mis brazos,
incapaz de poder levantar la vista hacia el cielo
en busca de esperanza, de paz o de sosiego,
resulta tan castigador el silencio
como las heridas causadas por tus palabras.
Cierro mis ojos a tanta incomprensión,
deseando que no perdure este momento,
esperando poder elevarme del suelo,
poder respirar de nuevo sin sentir por ello tormento,
volver a ser yo, salir de esta prisión
e ir a mí encuentro.
tan sólo desearía ver una luz que despertara mis sentidos,
una brisa que me llevara lejos de aquí,
hoy más que nunca la soledad tiene nombre de espina,
hoy ni los rostros más cercanos
logran evadirme de este tiempo de angustia,
de eterna soledad,
de ese sentimiento
de estar aprisionada entre paredes de cristal,
contemplando el otro lado
y sin capacidad para poderlo alcanzar.
Y en este refugio sin elección
me siento más sola que nunca,
realmente tus palabras fueron
capaces de herirme profundamente de nuevo,
limitando mi forma de actuar pero no de sentir,
y aún así sigues teniendo la capacidad de poderme herir,
una vez tras otra, de una forma impredecible.
Y aquí estoy reprimiendo todo lo que siento,
incapaz de llorar de tanta angustia concentrada
en tan poco continente,
arrodillada sobre mí misma,
envuelta en mi propia piel,
intentado consolarme entre mis brazos,
incapaz de poder levantar la vista hacia el cielo
en busca de esperanza, de paz o de sosiego,
resulta tan castigador el silencio
como las heridas causadas por tus palabras.
Cierro mis ojos a tanta incomprensión,
deseando que no perdure este momento,
esperando poder elevarme del suelo,
poder respirar de nuevo sin sentir por ello tormento,
volver a ser yo, salir de esta prisión
e ir a mí encuentro.
Meridien, 2007
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