El tiempo pasa esperando a que las cosas cambien,
pero no hay un ritmo predestinado
ni una consecuencia establecida,
apenas un ápice de insconstancia a cambiado
y los resultados no dejan de ser débiles,
inconnexos, sin apenas diferencias,
quizás haya demasiado por esperar
y poco por recibir y dar,
quizás sea la palabra en la que se pusieron demasiadas ilusiones
y tan sólo quedó en un quizás.
Prácticamente nada ha cambiado,
ha vuelto una normalidad que no querías volver a aceptar,
y ahí está de nuevo, enmascarada bajo la esperanza de cambiar,
y aunque esto te marque de nuevo,
dejando la huella más profunda todavía,
debes seguir adelante y pensar que es mejor que nada,
ese autoengaño que se repite de nuevo
y que ha vuelto de nuevo para quizás quedarse para siempre.
No hay dudas cuando miras hacia fuera,
pero sí cuando tu interior reclama un poco de sentido,
sentido que se desvanece por tanta incomprensibilidad
que se hace eco en un silencio oculto tras un gesto de aceptación.
Y sí, aceptas que no puede ser lo que tú querías,
lo que soñabas o deseabas,
y que has de conformarte con aquello que recibes,
porque después de todo, eso es mejor que nada.
Y sí, aceptas que te has vendido de nuevo a la nada
y que aunque quieras llenarla de adornos,
ella te sigue hiriendo en cada una de tus batallas.
El tiempo pasa esperando a que las cosas cambien,
pero las cosas no cambian como esperabas,
no recibes lo que querías,
tan solo algo de ilusión desgarrada
y tu corazón cada vez más herido,
siente que jamás será comprendido.
pero no hay un ritmo predestinado
ni una consecuencia establecida,
apenas un ápice de insconstancia a cambiado
y los resultados no dejan de ser débiles,
inconnexos, sin apenas diferencias,
quizás haya demasiado por esperar
y poco por recibir y dar,
quizás sea la palabra en la que se pusieron demasiadas ilusiones
y tan sólo quedó en un quizás.
Prácticamente nada ha cambiado,
ha vuelto una normalidad que no querías volver a aceptar,
y ahí está de nuevo, enmascarada bajo la esperanza de cambiar,
y aunque esto te marque de nuevo,
dejando la huella más profunda todavía,
debes seguir adelante y pensar que es mejor que nada,
ese autoengaño que se repite de nuevo
y que ha vuelto de nuevo para quizás quedarse para siempre.
No hay dudas cuando miras hacia fuera,
pero sí cuando tu interior reclama un poco de sentido,
sentido que se desvanece por tanta incomprensibilidad
que se hace eco en un silencio oculto tras un gesto de aceptación.
Y sí, aceptas que no puede ser lo que tú querías,
lo que soñabas o deseabas,
y que has de conformarte con aquello que recibes,
porque después de todo, eso es mejor que nada.
Y sí, aceptas que te has vendido de nuevo a la nada
y que aunque quieras llenarla de adornos,
ella te sigue hiriendo en cada una de tus batallas.
El tiempo pasa esperando a que las cosas cambien,
pero las cosas no cambian como esperabas,
no recibes lo que querías,
tan solo algo de ilusión desgarrada
y tu corazón cada vez más herido,
siente que jamás será comprendido.
Meridien
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