Oí tu deseo sin sentir las palabras que lo pronunciaban,
sentí tu pasión sin tocar la piel que tanto me excitaba,
quedé atrapada en las redes de tus besos
y en el horizonte que describía tu mirada.
Ahora camino por este sendero reescribiendo una vida pasada,
descubriéndome a mí misma,
temiendo por mis arrebatos de pasión desmedida,
por el eco de mis entrañas que te reclaman una y otra vez,
y quizás obviando esta mirada
que a veces se me pone de enamorada,
enamorada de la vida,
de cada instante que respiré,
de cada latido que sentí,
con el corazón lleno de tí y anhelando beber de tu elixir.
Oí tu deseo que acompañaba al mío
y se hacían eco de esos fugaces momentos
que fueron el cobijo de nuestros sentimientos,
de esos labios ardientes que no podían dejarse de besar,
de esos cuerpos ardientes que no podían dejarse de amar,
de esos alientos perdidos en la excitación
que describían dos cuerpos amándose,
cautivados por su sabor,
suspirando el uno por el otro,
dedicándose su gemidos,
sus pequeños mordiscos, delicia de sus dientes,
su tacto fuerte, seguro y a la vez tan tierno
como las nubes que cubren ese cielo que nos envuelve,
describiendo sueños,
oí tu deseo sin sentir que era tan sólo un eco.
sentí tu pasión sin tocar la piel que tanto me excitaba,
quedé atrapada en las redes de tus besos
y en el horizonte que describía tu mirada.
Ahora camino por este sendero reescribiendo una vida pasada,
descubriéndome a mí misma,
temiendo por mis arrebatos de pasión desmedida,
por el eco de mis entrañas que te reclaman una y otra vez,
y quizás obviando esta mirada
que a veces se me pone de enamorada,
enamorada de la vida,
de cada instante que respiré,
de cada latido que sentí,
con el corazón lleno de tí y anhelando beber de tu elixir.
Oí tu deseo que acompañaba al mío
y se hacían eco de esos fugaces momentos
que fueron el cobijo de nuestros sentimientos,
de esos labios ardientes que no podían dejarse de besar,
de esos cuerpos ardientes que no podían dejarse de amar,
de esos alientos perdidos en la excitación
que describían dos cuerpos amándose,
cautivados por su sabor,
suspirando el uno por el otro,
dedicándose su gemidos,
sus pequeños mordiscos, delicia de sus dientes,
su tacto fuerte, seguro y a la vez tan tierno
como las nubes que cubren ese cielo que nos envuelve,
describiendo sueños,
oí tu deseo sin sentir que era tan sólo un eco.
Meridien
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