Llegaste a su vida como la luz de una estrella
en la oscuridad de una noche de verano,
augurando un amor tan deseado,
mas todo quedó en una estela de luz,
de un tono más bien anaranjado.
Ella te amaba en su silencio,
aquél que le hiciste prometer,
que recalcaste una y otra vez,
sentenciando su argumento.
Y ella seguía amándote
después de cada beso que le negaste,
de cada espacio que interpusiste entre ambos,
después de cada quizás
y de cada vez que le decías que le dabas demasiado.
Creías que sería tan fácil
tenerla comiendo de tu mano,
al igual que hacías con otras
y sin embargo,
no te diste cuenta de lo que perdías de antemano,
cada vez que la evitabas,
cada vez que aportabas algunos comentarios,
poco a poco se desvanecía,
en cada instante que le diste de lado.
Te eclipsabas con cualquier otra,
pues ella tan sólo era algo cercano,
algo que dejaste olvidado,
apartado, sólo para un uso determinado,
aquél que satisfacía tu ego
y te complacía cuando querías,
saciando tu cuerpo,
llenando tu espacio.
Decidiste alejarte, distanciarte,
rechazando su ser y su amor humano,
le seguiste hablando de quizás,
sabiendo que todo quedaría negado,
le dabas y quitabas esperanzas a tu antojo,
hechos de caprichos
y no de sentimientos prendados.
en la oscuridad de una noche de verano,
augurando un amor tan deseado,
mas todo quedó en una estela de luz,
de un tono más bien anaranjado.
Ella te amaba en su silencio,
aquél que le hiciste prometer,
que recalcaste una y otra vez,
sentenciando su argumento.
Y ella seguía amándote
después de cada beso que le negaste,
de cada espacio que interpusiste entre ambos,
después de cada quizás
y de cada vez que le decías que le dabas demasiado.
Creías que sería tan fácil
tenerla comiendo de tu mano,
al igual que hacías con otras
y sin embargo,
no te diste cuenta de lo que perdías de antemano,
cada vez que la evitabas,
cada vez que aportabas algunos comentarios,
poco a poco se desvanecía,
en cada instante que le diste de lado.
Te eclipsabas con cualquier otra,
pues ella tan sólo era algo cercano,
algo que dejaste olvidado,
apartado, sólo para un uso determinado,
aquél que satisfacía tu ego
y te complacía cuando querías,
saciando tu cuerpo,
llenando tu espacio.
Decidiste alejarte, distanciarte,
rechazando su ser y su amor humano,
le seguiste hablando de quizás,
sabiendo que todo quedaría negado,
le dabas y quitabas esperanzas a tu antojo,
hechos de caprichos
y no de sentimientos prendados.
Meridien
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