Llueve, llueve dentro y fuera,
el gris del rostro del día
acompaña la oscuridad de un corazón
que no ve la luz por su ceguera,
él no quiere reconocer que está hecho pedazos,
que sus fragmentos ya son demasiados,
que entre ellos mismos se producen heridas
cuando intentan unirse, acercarse,
y de nuevo, sólo consiguen hacerse más daño,
sus irregularidades,
les hacen díficiles de encajar con un simple gesto
y si van rápido, el dolor es todavía mayor.
Llueve tristeza y desolación,
llueven gotas de amor que vienen desde el corazón
y se pierden a través de esos ojos
que lloran por la devastación de su interior,
en esa mirada de tristeza se puede observar el eco del dolor,
esa aridez que está dejando huella
y ese calvario por conocer una realidad que siempre se negó.
Y hoy la herida del corazón es más profunda,
regada por palabras ácidas,
majada con soledad,
aplastada por sobresaturación de la realidad,
y hoy la herida es desgarradora,
el sabor de su boca es puro acíbar
y su lenguaje es ausencia de pasión,
de solidaridad,
de amor sin tormento.
Llueve, llueve desamor,
fuera y dentro de este corazón,
día gris, anodino,
donde la indiferencia
partió de un amor que se juró eterno y se perdió en el camino,
destruido por la soledad y la indiferencia.
el gris del rostro del día
acompaña la oscuridad de un corazón
que no ve la luz por su ceguera,
él no quiere reconocer que está hecho pedazos,
que sus fragmentos ya son demasiados,
que entre ellos mismos se producen heridas
cuando intentan unirse, acercarse,
y de nuevo, sólo consiguen hacerse más daño,
sus irregularidades,
les hacen díficiles de encajar con un simple gesto
y si van rápido, el dolor es todavía mayor.
Llueve tristeza y desolación,
llueven gotas de amor que vienen desde el corazón
y se pierden a través de esos ojos
que lloran por la devastación de su interior,
en esa mirada de tristeza se puede observar el eco del dolor,
esa aridez que está dejando huella
y ese calvario por conocer una realidad que siempre se negó.
Y hoy la herida del corazón es más profunda,
regada por palabras ácidas,
majada con soledad,
aplastada por sobresaturación de la realidad,
y hoy la herida es desgarradora,
el sabor de su boca es puro acíbar
y su lenguaje es ausencia de pasión,
de solidaridad,
de amor sin tormento.
Llueve, llueve desamor,
fuera y dentro de este corazón,
día gris, anodino,
donde la indiferencia
partió de un amor que se juró eterno y se perdió en el camino,
destruido por la soledad y la indiferencia.
Meridien
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