Todo tiene su momento,
su tiempo de ser, de estar, de existir,
todo tiene su ocasión,
su lugar, su oportunidad
y hasta su plazo o vencimiento.
Las cosas llegan a ti,
suceden sin esperarlo
o simplemente son fruto de nuestros hechos,
las coges o las desechas,
las tomas o las apartas,
las aceptas o las ignoras,
decisiones a veces sin razonamiento,
mas las oportunidades no se dan siempre,
ni vienen ni van al antojo nuestro,
ellas son tan cambiantes
que metarfosean como les place.
Llegan de repente
y pueden alterar tu vida,
invertir aquello que seguía un sendero
y que ahora permuta para trocar tu vida.
Todo tiene su momento,
o decides enlazarlo a ti
o sencillamente lo dejas partir,
es evidente que no volverá
al menos con la misma inocencia
y si lo dejaste escapar,
tan sólo cabe esperar
que jamás para ti lo quisieras,
porque al pensar en la nada,
en lo que pudiste tener y no tuviste,
en aquello que jamás te permitiste sentir,
ahora, es ese último pensamiento
el que deambula por tu alma y tu cuerpo,
el que se pregunta una y otra vez,
porqué, porqué.
Y el abatimiento crece,
al igual que el desconsuelo
y la melancolía sale a nuestro encuentro
para recordarnos lo que no pudo ser.
Y la nostalgia se hace eco
y el amor se torna hiel.
su tiempo de ser, de estar, de existir,
todo tiene su ocasión,
su lugar, su oportunidad
y hasta su plazo o vencimiento.
Las cosas llegan a ti,
suceden sin esperarlo
o simplemente son fruto de nuestros hechos,
las coges o las desechas,
las tomas o las apartas,
las aceptas o las ignoras,
decisiones a veces sin razonamiento,
mas las oportunidades no se dan siempre,
ni vienen ni van al antojo nuestro,
ellas son tan cambiantes
que metarfosean como les place.
Llegan de repente
y pueden alterar tu vida,
invertir aquello que seguía un sendero
y que ahora permuta para trocar tu vida.
Todo tiene su momento,
o decides enlazarlo a ti
o sencillamente lo dejas partir,
es evidente que no volverá
al menos con la misma inocencia
y si lo dejaste escapar,
tan sólo cabe esperar
que jamás para ti lo quisieras,
porque al pensar en la nada,
en lo que pudiste tener y no tuviste,
en aquello que jamás te permitiste sentir,
ahora, es ese último pensamiento
el que deambula por tu alma y tu cuerpo,
el que se pregunta una y otra vez,
porqué, porqué.
Y el abatimiento crece,
al igual que el desconsuelo
y la melancolía sale a nuestro encuentro
para recordarnos lo que no pudo ser.
Y la nostalgia se hace eco
y el amor se torna hiel.
Meridien
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