Tengo el corazón dividido,
en una constante ebullición de sentimientos
que crecen en una perpetuidad poderosa,
donde su latido imperecedero
se hace eco de ese amor desconocido
que ahora corre inmune por mis venas.
Y no,
no puedo desvanecer su paso a través de mí,
no puedo silenciar su voz,
ese reclamo de ser amado,
esa dicción que expresa en forma de fervor,
de fuego latente, constante, perenne
que busca su propia inmortalidad.
Y no,
no puedo adormecer la predilección de ese tacto,
su suavidad, su firmeza,
su ardor y fogaje
que lo hacen merecedero de ser amado eternamente.
Cuánto amor se puede acojer
entre esas fibras que palpitan al unísono,
cuántos sentimientos podrán retener
sin devastar algo más que su vida,
una vida llena de momentos,
locuaz para sí misma,
omitida para el resto.
Y no,
no puedo dejar de amar,
ni disimular para mí misma lo que siento,
necesito de la sinceridad para mí
y de la reserva para mantener esa fachada de sosiego.
Tengo el corazón dividido
y mi alma guardando su secreto,
tengo mi cuerpo reivindicando sus pretensiones,
mientras algo me dice que desista
y deje correr un velo de calma
para dar paz a este instante,
ahora,
ya, llegó el momento.
en una constante ebullición de sentimientos
que crecen en una perpetuidad poderosa,
donde su latido imperecedero
se hace eco de ese amor desconocido
que ahora corre inmune por mis venas.
Y no,
no puedo desvanecer su paso a través de mí,
no puedo silenciar su voz,
ese reclamo de ser amado,
esa dicción que expresa en forma de fervor,
de fuego latente, constante, perenne
que busca su propia inmortalidad.
Y no,
no puedo adormecer la predilección de ese tacto,
su suavidad, su firmeza,
su ardor y fogaje
que lo hacen merecedero de ser amado eternamente.
Cuánto amor se puede acojer
entre esas fibras que palpitan al unísono,
cuántos sentimientos podrán retener
sin devastar algo más que su vida,
una vida llena de momentos,
locuaz para sí misma,
omitida para el resto.
Y no,
no puedo dejar de amar,
ni disimular para mí misma lo que siento,
necesito de la sinceridad para mí
y de la reserva para mantener esa fachada de sosiego.
Tengo el corazón dividido
y mi alma guardando su secreto,
tengo mi cuerpo reivindicando sus pretensiones,
mientras algo me dice que desista
y deje correr un velo de calma
para dar paz a este instante,
ahora,
ya, llegó el momento.
Meridien
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