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La certeza de una triste mirada

Desvela su triste mirada,
que nuevamente él castigó su corazón,
le hizo sentir insignificante, indigna,
fuera de su predilección,
le arrebató cualquier esperanza, si es que la había,
la hirió hasta llagar de nuevo su confianza
ya golpeada por la vida,
la llenó de incertidumbre, de incomodidad,
la silenció en sus palabras.

Su corazón jamás pudo explicarse,
fue tema vedado ante tan poca expectación,
más cuando se encontraban cara a cara,
sólo pequeños instantes se llenaban
del carisma de su atención,
más tarde todo quedaba en nulidad,
ausencia de un nosotros,
inexistencia de un tú y yo.

Lentamente su tormento
la llevaba al sufrimiento de la incomprensión,
ella dispuesta a darlo todo,
él sólo a crear más contradición.

Si tuviera la certeza, proclamaba su corazón,
trazaría de nuevo la vida,
hablaría de amor.

Pero su condena será larga,
atestigua su pensamiento,
manifiesta su corazón,
todo resulta insustancial,
cuando él no cree en sus palabras
y prefiere el cuerpo de otra,
sus besos y su calor,
a los cuales llena de virtudes,
mencionando esa sensación de plenitud.

Y ahora se siente consumida,
triste y asustada,
perdida entre palabras y hechos triviales,
llena de desamor.

Enmudecida está su alma,
silenciado su corazón,
escondido su deseo,
acallada su pasión,
amordazadas sus palabras,
oculto su temor.

Si tuviera la certeza que no volverá el dolor,
la mirada ya no denotaría tristeza,
más bien
hablaría de amor.

Meridien

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