Las lágrimas sólo son un pequeño reflejo
de este estado de pensamiento,
donde la tristeza sólo es un peldaño
en la ascensión del caos entero,
no puede haber tormento mayor
que amar tanto
y morirse de desamor por dentro.
Y a mis pulmones sólo llega desolación
con sabor a acíbar,
ese que crearon cada una de tus palabras,
las cuales rasgaron como cuchilla afilada
mi corazón
y lo hicieron sangrar hasta quebrantarse,
lleno de tanto dolor,
no puede haber tormento mayor
que amar tanto
y morirse de desamor por dentro.
Quizás sea mi desdicha amar sin límites,
sin pedir nada a cambio
y dando por el amor el mundo entero,
no es placer este calvario,
esta tortura que me abate una y otra vez,
no puede haber tormento mayor
que amar tanto
y morirse de desamor por dentro.
Tal vez el suplicio de este loco amor apasionado,
no tenga porvenir aquí ni ahora,
quizás nunca,
predestinada a sufrir por amor,
nunca debí enamorarme
y sin embargo, el amor llamó a mi puerta
con su sabor primero azucarado,
más tarde agriado por predestinación,
no puede haber tormento mayor
que amar tanto
y morirse de desamor por dentro.
de este estado de pensamiento,
donde la tristeza sólo es un peldaño
en la ascensión del caos entero,
no puede haber tormento mayor
que amar tanto
y morirse de desamor por dentro.
Y a mis pulmones sólo llega desolación
con sabor a acíbar,
ese que crearon cada una de tus palabras,
las cuales rasgaron como cuchilla afilada
mi corazón
y lo hicieron sangrar hasta quebrantarse,
lleno de tanto dolor,
no puede haber tormento mayor
que amar tanto
y morirse de desamor por dentro.
Quizás sea mi desdicha amar sin límites,
sin pedir nada a cambio
y dando por el amor el mundo entero,
no es placer este calvario,
esta tortura que me abate una y otra vez,
no puede haber tormento mayor
que amar tanto
y morirse de desamor por dentro.
Tal vez el suplicio de este loco amor apasionado,
no tenga porvenir aquí ni ahora,
quizás nunca,
predestinada a sufrir por amor,
nunca debí enamorarme
y sin embargo, el amor llamó a mi puerta
con su sabor primero azucarado,
más tarde agriado por predestinación,
no puede haber tormento mayor
que amar tanto
y morirse de desamor por dentro.
Meridien
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