Bajo mis manos te encuentras,
esperando el tacto conquistador de las yemas de mis dedos,
con las huellas comunicadoras de aquello que se esconde
y tras el velo de las palabras,
dibujas tu mirada sentenciadora.
Eres como un imán para las palabras perdidas,
para aquello que quedó sin decir,
para los sentimientos apagados,
sentido sin determinado fin.
Tu tacto a veces indiferente,
otras tantas conciliador,
obra en manos de una mente sin barreras
y un corazón lleno de amor.
No es el fin lo que nos une
sino el poder de la comunicación,
tú me hablas de sonidos,
yo te hablo desde el perdón.
Perdón por las horas muertas,
por el vacío que llena espacios indelebles,
por tantas palabras sin camino
y sentimientos que se perdieron en su mudez.
Tú siempre bajo mis manos,
como testigo mi piel,
mis dedos tus grandes aliados
tu ritmo, mi saber.
esperando el tacto conquistador de las yemas de mis dedos,
con las huellas comunicadoras de aquello que se esconde
y tras el velo de las palabras,
dibujas tu mirada sentenciadora.
Eres como un imán para las palabras perdidas,
para aquello que quedó sin decir,
para los sentimientos apagados,
sentido sin determinado fin.
Tu tacto a veces indiferente,
otras tantas conciliador,
obra en manos de una mente sin barreras
y un corazón lleno de amor.
No es el fin lo que nos une
sino el poder de la comunicación,
tú me hablas de sonidos,
yo te hablo desde el perdón.
Perdón por las horas muertas,
por el vacío que llena espacios indelebles,
por tantas palabras sin camino
y sentimientos que se perdieron en su mudez.
Tú siempre bajo mis manos,
como testigo mi piel,
mis dedos tus grandes aliados
tu ritmo, mi saber.
Meridien
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