Estoy cansada,
cansada de intentar ser yo
y sentir que me lo impiden,
agotada de luchar
y sentir que vas a contracorriente,
extenuada de tanto intentar explicarse,
de continuamente justificarse,
hasta desfallecer sin sentido.
El trabajo no me asusta,
más bien es la incomprensión lo que me hastía
y la ignorancia del que te mira,
te sentencia y te trata sin la honestidad que te mereces,
valora tu trabajo desde su moralidad
sin permitirse un ápice de duda en su dictamen.
El desconocimiento y la inexactitud de algunas acciones
quedan silenciadas por el manto de aquél que las tapa,
que las encubre y las encierra
con el único propósito de vencer,
de someter a su juicio, hasta aplastar la verdad.
Estoy cansada,
cansada de justificar cada acción,
cada palabra,
cada hecho que sale de mis manos,
de mis pensamientos,
agobiada por la incomprensión,
por querer dar más y saber que ya no es posible,
el límite llegó y con él, el desfallecimiento.
Tanto egoísmo e indiferencia
no pasa sin dejar inmune a nadie,
la ruindad de aquél que quiere hacerse grande
a costa de la virtud de otros,
la confusión que otorgan aquellos que hablan de amistad
y luego te hunden en la miseria,
la omisión de los que ven y oyen, pero no actúan.
Cansada,
agotada,
consumida en problemas,
debilitada por la injusticia,
extenuada por las horas,
exhausta y extinguida.
cansada de intentar ser yo
y sentir que me lo impiden,
agotada de luchar
y sentir que vas a contracorriente,
extenuada de tanto intentar explicarse,
de continuamente justificarse,
hasta desfallecer sin sentido.
El trabajo no me asusta,
más bien es la incomprensión lo que me hastía
y la ignorancia del que te mira,
te sentencia y te trata sin la honestidad que te mereces,
valora tu trabajo desde su moralidad
sin permitirse un ápice de duda en su dictamen.
El desconocimiento y la inexactitud de algunas acciones
quedan silenciadas por el manto de aquél que las tapa,
que las encubre y las encierra
con el único propósito de vencer,
de someter a su juicio, hasta aplastar la verdad.
Estoy cansada,
cansada de justificar cada acción,
cada palabra,
cada hecho que sale de mis manos,
de mis pensamientos,
agobiada por la incomprensión,
por querer dar más y saber que ya no es posible,
el límite llegó y con él, el desfallecimiento.
Tanto egoísmo e indiferencia
no pasa sin dejar inmune a nadie,
la ruindad de aquél que quiere hacerse grande
a costa de la virtud de otros,
la confusión que otorgan aquellos que hablan de amistad
y luego te hunden en la miseria,
la omisión de los que ven y oyen, pero no actúan.
Cansada,
agotada,
consumida en problemas,
debilitada por la injusticia,
extenuada por las horas,
exhausta y extinguida.
Meridien
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