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Reclamando vida

Vida,
porque me castigas con esto,
que hice para merecerlo y sentirlo tan adentro,
porqué heristes mis entrañas
y las mantienes sangrantes,
germinando dolor,
aflorando destrucción.

Vida,
por que esta crueldad tan arraigada,
tan sumamente resguardada entre mis órganos,
originada en el seno dador de vida,
lactada de mí misma, sin mi consentimiento,
nutrida y luego absorvida
para el crecimiento de algo nocivo,
una sanguijuela con nombres y apellidos,
que hiere y lascera,
que daña y te golpea sin parar.

Vida,
quieres privarme de ti misma,
de forma lenta pero inequívoca,
como un pacto que se termina
y deja patente que el tiempo se acaba.

Ya no importan las esperanzas,
ni los compromisos,
ni siquiera los sueños,
ahora todo toma otro camino,
un camino sin porvenir.

Tan duro es el momento de la revelación
como el de la reflexión,
o el de la decisión a tomar,
ya no son válidos las intenciones anteriores,
ahora, la sentencia está escrita,
y para no olvidarse, se muestra como dolor imperecedero.

Vida,
vuelves a mortificarme con el dolor,
golpeándome de nuevo con tu guadaña,
haciéndome sentir la frialdad de su filo sobre mi vientre,
aflorando la agonía de mis días.

Vida,
que hice para enfadarte,
para que me pusieras a danzar entre la muerte
y me llenaras de tristeza,
desconsuelo y temor,
siento la soledad más cerca que nunca
y el destierro que ha de venir.

Vida, porqué te alejas de mi.

Meridien

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