Otoño,
vuelves de nuevo para mí
y contigo el aire fresco que acaricia mi cuerpo,
la añoranza de esos cálidos días de verano
y el pensamiento en un invierno no tan lejano.
Otoño,
vuelves como cada año,
sin faltar a nuestra cita
y los árboles empiezan a rumorear
extendiendo sus hojas al paso de mis pies,
acaeciendo como lluvia que no moja,
pero que no deja inmune a nadie.
Tu tonalidad amarillenta, un tanto anaranjada,
con pinceladas verdosas, cada vez más cálidas,
se demigaja entre los días acortados
y las noches cada vez más gélidas,
tu voz está compuesta por la brisa
que se mueve entre las ramas,
por el murmullo arrebatador de aquellos pequeños torrentes
que comienzan a llenarse de agua
y el crujir de unas hojas que claman por no ser olvidadas.
Como cada año llegas intenso,
lleno de esa identidad que te marca y te define,
que te cubre de admiradores y detractores,
porque tu paso no es indiferente.
Otoño, bienvenido.
vuelves de nuevo para mí
y contigo el aire fresco que acaricia mi cuerpo,
la añoranza de esos cálidos días de verano
y el pensamiento en un invierno no tan lejano.
Otoño,
vuelves como cada año,
sin faltar a nuestra cita
y los árboles empiezan a rumorear
extendiendo sus hojas al paso de mis pies,
acaeciendo como lluvia que no moja,
pero que no deja inmune a nadie.
Tu tonalidad amarillenta, un tanto anaranjada,
con pinceladas verdosas, cada vez más cálidas,
se demigaja entre los días acortados
y las noches cada vez más gélidas,
tu voz está compuesta por la brisa
que se mueve entre las ramas,
por el murmullo arrebatador de aquellos pequeños torrentes
que comienzan a llenarse de agua
y el crujir de unas hojas que claman por no ser olvidadas.
Como cada año llegas intenso,
lleno de esa identidad que te marca y te define,
que te cubre de admiradores y detractores,
porque tu paso no es indiferente.
Otoño, bienvenido.
Meridien
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