De nuevo sentí que me abandonabas,
que te alejabas a ciencia cierta,
que anteponías tus deseos a cualquier muestra de afecto
y sin pausa, te hacías inmenso.
De nuevo sentí la voz de la soledad
llamando a mi puerta con cierto grado de inexactitud,
por qué ahora, por qué así,
cuándo decidiste ser lo único que importaba
hiriendo de nuevo mi corazón.
No puedo volver a dejar que cambies cada instante de mi vida,
a tu gusto,
a tu placer,
en el instante que tú quieras
para así satisfacer tu ego
y demostrar que llevas las riendas del poder.
Cada caida resulta más grande, más dolorosa,
llena de tristeza y desolación,
los golpes y moratones forman parte de mis señales de guerra
y aún así yo, sigo cayendo a tus pies,
malherida, pequeña, sumisa.
que te alejabas a ciencia cierta,
que anteponías tus deseos a cualquier muestra de afecto
y sin pausa, te hacías inmenso.
De nuevo sentí la voz de la soledad
llamando a mi puerta con cierto grado de inexactitud,
por qué ahora, por qué así,
cuándo decidiste ser lo único que importaba
hiriendo de nuevo mi corazón.
No puedo volver a dejar que cambies cada instante de mi vida,
a tu gusto,
a tu placer,
en el instante que tú quieras
para así satisfacer tu ego
y demostrar que llevas las riendas del poder.
Cada caida resulta más grande, más dolorosa,
llena de tristeza y desolación,
los golpes y moratones forman parte de mis señales de guerra
y aún así yo, sigo cayendo a tus pies,
malherida, pequeña, sumisa.
Meridien
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