La claridad se evadía por el horizonte
a la misma vez que mis esperanzas,
ésas que anhelaban verte, acariciarte, besarte
y que sin tenerte, te sentían en la distancia.
El paso de las horas se hacía eterno,
las agujas de ese viejo reloj avanzaban a un ritmo lento,
sosegado, paulatino, pausado,
eran esclavas del mecanismo al cual las habían fijado,
prisioneras entregadas a su trabajo
y castigadoras para mis sentidos.
Larga e interminable parece ser la espera,
el saber que todavía no te tengo cerca de mí,
que mis manos y mis labios han de seguir soñando
y que sólo me queda vivir con tu recuerdo, al cual me aferro.
La despedida de esa claridad que había iluminado el día
marcaba la vuelta a la oscuridad
y con ella tan sólo queda la ilusión de seguir soñando,
de fantasear con los recuerdos,
de ilusionarse con las esperanzas,
de imaginar para calmar esas ansias de ti
y el deseo de poder ser feliz, aunque tan sólo sea en sueños.
a la misma vez que mis esperanzas,
ésas que anhelaban verte, acariciarte, besarte
y que sin tenerte, te sentían en la distancia.
El paso de las horas se hacía eterno,
las agujas de ese viejo reloj avanzaban a un ritmo lento,
sosegado, paulatino, pausado,
eran esclavas del mecanismo al cual las habían fijado,
prisioneras entregadas a su trabajo
y castigadoras para mis sentidos.
Larga e interminable parece ser la espera,
el saber que todavía no te tengo cerca de mí,
que mis manos y mis labios han de seguir soñando
y que sólo me queda vivir con tu recuerdo, al cual me aferro.
La despedida de esa claridad que había iluminado el día
marcaba la vuelta a la oscuridad
y con ella tan sólo queda la ilusión de seguir soñando,
de fantasear con los recuerdos,
de ilusionarse con las esperanzas,
de imaginar para calmar esas ansias de ti
y el deseo de poder ser feliz, aunque tan sólo sea en sueños.
Meridien
Comentarios