En segundos crece el deseo,
el deseo por saborear tus labios,
de friccionar tu lengua con la mía
mientras esas pequeñas papilas gustativas
se conceden el mayor placer de sus vidas.
En segundos el calor rebosa por cada poro,
por cada extensión de nuestros cuerpos
invitándose mutuamente a satisfacerse
en ese espacio de tiempo conferido.
Besos, caricias,
un paseo por la lujuria que invade nuestras mentes,
nuestros cuerpos,
como si nada más importase,
desmereciendo cualquier distracción.
Sólo estoy por ti,
sólo estás por mi,
por sentir,
por sucumbir a los mensajes de nuestra líbido
al unísono,
con un desenfreno emborrachado de lascivia.
Eres tan sumamente apetitoso
que resultas un manjar exquisito,
tentador y fascinante,
saciante en todos los sentidos.
el deseo por saborear tus labios,
de friccionar tu lengua con la mía
mientras esas pequeñas papilas gustativas
se conceden el mayor placer de sus vidas.
En segundos el calor rebosa por cada poro,
por cada extensión de nuestros cuerpos
invitándose mutuamente a satisfacerse
en ese espacio de tiempo conferido.
Besos, caricias,
un paseo por la lujuria que invade nuestras mentes,
nuestros cuerpos,
como si nada más importase,
desmereciendo cualquier distracción.
Sólo estoy por ti,
sólo estás por mi,
por sentir,
por sucumbir a los mensajes de nuestra líbido
al unísono,
con un desenfreno emborrachado de lascivia.
Eres tan sumamente apetitoso
que resultas un manjar exquisito,
tentador y fascinante,
saciante en todos los sentidos.
Meridien
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