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Aire, que navegas por mi piel
que revives sensaciones ocultas,
no te haces indiferente ni tan sólo tibio,
tu paso por mi cuerpo dejó impregnada mi piel,
grabó su recuerdo en mi mente
dejando para siempre su idiosincrasia,
es tu talante etéreo e intangible,
volátil e invisible
pero a la vez perceptible y manifiesto,
aquél que cubrió mi esencia
de tal forma virulenta que acabó siendo tu cautiva.
No puedo mantenerte distante
porque estás en todas partes,
más fuerte o indeleble, pero siempre constante,
no permites las distancias
sólo el grado de percepción,
te haces fuerte o débil a tu propia elección,
más no dejas que haya vacío
por ser éste tu mayor enemigo,
sentencias a tu rival a permanecer recluido
y a sólo ser parte de un pensamiento prohibido.
Aire, que besas suavemente mi piel
o la castigas con tu fuerza,
aire que oprimes e intimidas cuando te vuelves cruel
y que de nuevo cambias en la fugacidad de un momento
alterando cualquier sentido,
hasta convertirte en sedosa brisa,
mostrando tu lado cariñoso y aterciopelado.
Aire, que me respiras y te respiro
que inundas mis pulmones,
que me llenas de vida y me la quietas,
aire, eres cruel y a la vez piadoso,
no puedo vivir sin ti, te necesito.
Meridien, 2013
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