Siento que la traición se cierne sobre mí,
que allí donde hubo calor ahora solo quedan rescoldos
que se avivan por deseos banales
y se enfrían con los lamentos.
Siento el acero frío sobre mi garganta
intentado silenciar mi voz,
veo la escoria en su mirada
que terminó siendo tu perdición.
Como sucumbiste a sus ansias,
siendo el capricho de su entrepierna
y ahora sostienes su mano
como si fuera tu alimento imperecedero.
No comprendo tu elección,
ni discierno de la fatalidad de tu determinación,
no hay duda que para ti ella es mejor,
pero yo discrepo
desde mi destierro.
Nadie te amará como yo,
pero nunca sabrás lo que es ese amor,
no dejaste que te lo diera,
pues pusiste mil y una barreras,
lo arrinconaste con mentiras,
lo engañaste con tus palabras,
fingiste que no me conocías
y luego finalmente apartaste tu mirada.
Eres el rey del engaño, de la falacia y la ficción,
pero alguien te pagará con tu misma moneda
y algún día te romperán el corazón.
Siento que la traición me envuelve,
que me ahoga y me oprime,
pero ya nada es repetible,
mi corazón ya no te venera,
sabe de tus mentiras y engaños,
de tus patrañas y embustes,
no quiero mendigar tu amor,
y ni mucho y menos las migajas de otra predilección.
No quiero traidores en mi vida,
no los quiero cerca de mi corazón,
no quiero recordar viejas heridas,
ni que vuelvan a doler las cicatrices,
no quiero, no.
Meridien, 2014
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