Mis ojos miraron al cielo buscando tu bella mirada, las estrellas ocultaban tu rostro pero podía sentir cerca de mí tu alma. Eres mi alimento, mi vida, mi amor, te quiero por todo lo que haces para que sea yo. Por tu apoyo incondicional, ilimitado, sin juicios ni prejuicios, sin pedir nada a cambio, te quiero, lo sabes, te amo. Nunca la noche fue tan bella como la noche que te conocí, nunca brillaron tanto las estrellas como cuando tus ojos me miraron a mí, nunca sentí ese deseo hasta que tus labios rozaron los míos y fue tu abrazo un fuego que encendió mi corazón hasta ese momento extinto. Nuestras manos entrelazadas formaron un abanico ciertamente sugestivo, el deseo embravecido, quería sucumbir, la oportunidad y el instante estaban ahí. Eres mi alimento, mi vida, mi amor, te quiero por todo lo que haces para que nunca deje de ser yo. Mis ojos quedaron prendados por la luz que emanabas, mi cuerpo quedó fascina
las historias, las palabras, los pensamientos, las inquietudes, los sentimientos... muestran nuestra humanidad más allá de lo predecible