Mis ojos miraron al cielo buscando tu bella mirada,
las estrellas ocultaban tu rostro
pero podía sentir cerca de mí tu alma.
Eres mi alimento,
mi vida,
mi amor,
te quiero por todo lo que haces para que sea yo.
Por tu apoyo incondicional,
ilimitado,
sin juicios ni prejuicios,
sin pedir nada a cambio,
te quiero, lo sabes, te amo.
Nunca la noche fue tan bella
como la noche que te conocí,
nunca brillaron tanto las estrellas
como cuando tus ojos me miraron a mí,
nunca sentí ese deseo
hasta que tus labios rozaron los míos
y fue tu abrazo un fuego
que encendió mi corazón hasta ese momento extinto.
Nuestras manos entrelazadas
formaron un abanico ciertamente sugestivo,
el deseo embravecido,
quería sucumbir,
la oportunidad y el instante estaban ahí.
Eres mi alimento,
mi vida,
mi amor,
te quiero por todo lo que haces para que nunca deje de ser
yo.
Mis ojos quedaron prendados
por la luz que emanabas,
mi cuerpo quedó fascinado
por eso calor que exhalabas
y es que eres el alimento
que mi cuerpo quiere a todas horas
y es que eres todo deseo,
te deseo aquí y ahora.
Eres mi vida,
mi amor,
eres lo que más quiero y deseo yo.
Meridien, 2015
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