Nadie sabe que es el dolor hasta que lo siente,
puede intuirlo, percibirlo, imaginarlo,
pero no puede sentirlo hasta que el dolor se apodera de él.
Hay diferentes clases dolor e incluso de intensidades
que te hacen sucumbir hasta lo más profundo,
hasta la oscuridad de un color negro intenso jamás imaginada,
apagando la luz que te envuelve
y consumiéndote a paso lento, sin prisas,
porque se sabe ganador.
Pero de vez en cuando,
los valientes lo miran a la cara
y tienen el valor de decirle que lo van a vencer,
que no se dejarán hundir en ese océano de dolor
y que por el contrario, lucharán con todas su fuerzas,
hasta conseguir vencerlo
o por lo menos habiéndose enfrentado a él.
Es lícito tener miedo, es lícito caer,
pero también hay que saber levantarse,
mirar hacia arriba y no dudar en que la vida es algo más que dolor,
que se puede vivir en una continua batalla
porque al final lo que cuenta
es haber vivido lo máximo posible
y si para ello he de enfrentarme al dolor,
cuidado dolor, voy a por ti.
puede intuirlo, percibirlo, imaginarlo,
pero no puede sentirlo hasta que el dolor se apodera de él.
Hay diferentes clases dolor e incluso de intensidades
que te hacen sucumbir hasta lo más profundo,
hasta la oscuridad de un color negro intenso jamás imaginada,
apagando la luz que te envuelve
y consumiéndote a paso lento, sin prisas,
porque se sabe ganador.
Pero de vez en cuando,
los valientes lo miran a la cara
y tienen el valor de decirle que lo van a vencer,
que no se dejarán hundir en ese océano de dolor
y que por el contrario, lucharán con todas su fuerzas,
hasta conseguir vencerlo
o por lo menos habiéndose enfrentado a él.
Es lícito tener miedo, es lícito caer,
pero también hay que saber levantarse,
mirar hacia arriba y no dudar en que la vida es algo más que dolor,
que se puede vivir en una continua batalla
porque al final lo que cuenta
es haber vivido lo máximo posible
y si para ello he de enfrentarme al dolor,
cuidado dolor, voy a por ti.
Meridien, 2016
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