Vi la tristeza en tus ojos,
esa forma de llorar en silencio,
ese secreto enmudecido
y solo presente en el brillo tenue de tu mirada.
Vi esa sonrisa a medio camino,
entre la congoja y la mordaza,
qué disgusto corre por tus venas
que logró apenar tanto tu alma.
Dime si me necesitas,
si requieres algo de mí,
me ofrezco para darte abrazos,
estrechar tus manos con mis manos,
me ofrezco para escucharte
y regalarte mil sonrisas, a cual de ellas más grande.
Me ofrezco para ser tus oídos,
para ser el hombro adolecido
donde curar tus penas y lamentos,
donde poder evadir ciertos pensamientos
que ensombrecen tu persona
y enlutan tu gracia y
tu carisma.
Dime qué o quién apagó la luz
que iluminaban tu mirada,
qué o quién borró esa bella sonrisa
ya que ahora sólo puedo odiarlo,
maldecirlo o despreciarlo,
por causar tanto, tanto daño.
Pero mi corazón
sólo está por ti en
estos momentos
y no desea rendirse ante más lamentos,
necesita decirte que está ahí,
para lo que necesites,
para lo que precises,
tú puedes pedir y pedir,
déjanos consentirte apenas un ápice,
queremos ser ese gesto de amor,
esa solidaridad de corazón
que te devuelva la felicidad
y te llene plenamente de hilaridad.
Vi la tristeza en tus ojos y deseé que fuera fugaz.
Meridien, 2014
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