Me siento culpable de enamorarme de quien no me quiere, de aquél para el cual tan sólo soy un juego, un te tengo cuando te quiero y un adiós cuando no intereso. Me siento culpable de equivocarme una y otra vez, de pensar que pudiera ser diferente, de que habría más que una mirada y un roce incandescente. Me siento culpable de pretender algo especial y darme cuenta que lo imposible no es posible si no hay amor de verdad, si los sentimientos no son sinceros y las palabras sólo engatusan para conseguir un fin, ser un juego entre sábanas y un nombre para presumir. Me siento culpable por desear, por querer, por amar y saber que no será correspondido ese amor que emerge, porque no hay sitio ni lugar para mí, porque me perdí en el camino el día que me enamoré de ti y ahora, ese amor se siente abatido por esa culpabilidad que enterró la inocencia y sucumbió ante tanto rechazo y marchitó con tanta negación. Me siento culpable, tus palabras me sentenciaron. Meridien
las historias, las palabras, los pensamientos, las inquietudes, los sentimientos... muestran nuestra humanidad más allá de lo predecible