Recuerdo cuando las esperanzas eran más grandes que los propios miedos, cuando el ímpetu, me llevaba más allá de lo previsto, cuando atreverse era una acción y no una palabra, y de pronto, llegó el desaliento de manos de las decisiones, esas creadoras de un destino incierto, donde yo no era más que una marioneta en las manos de alguien que no creía en mí. Recuerdo cuando las ilusiones llenaban mi mirada de un brillo luminoso y ahora, hay más vacío que nunca, no en vano, tú decidiste empequeñecerme, hacerme sentir que no soy parte de nada, que no hay lugar para mí, porque el espacio es de otros. Suenan frívolas las palabras en tu boca pero yo soy la culpable de mi necedad, de permitir mi perjucio en beneficio de otros, siendo consciente, quizás insensata. Ni la seriedad, ni la verdad llevan a nada sino hay camino que recorrer y más cuando dejas que otros te adelanten, dejándote al margen de tu futuro, minando tu confianza, aplacando tu seguridad, creando ese artificio que es el día a dí
las historias, las palabras, los pensamientos, las inquietudes, los sentimientos... muestran nuestra humanidad más allá de lo predecible