Y aún te preguntas a qué espero para olvidarte, para dejar de pensar en ti, en tu cuerpo, en tus besos, en tus caricias, tu recuerdo es tan grande que no es fácil olvidarte, tus besos quedaron tatuados en mi cuerpo, tu aroma impregnado sobre mi piel, cada una de tus caricias permanece en mi mente, cada deleite en mi corazón, son sensaciones que se retroalimentan en sueños y viven con la esperanza por estandarte. Recuerdo el sabor de tu boca, predilección de la mía, la humedad de tu lengua y su ritmo al jugar en consonancia en esos momentos idílicos, recuerdo tus labios paseándose por todo mi cuerpo como si buscaran un sabor en concreto, degustando cada zona hábilmente visitada, haciendo su recorrido tan placentero que la piel se mostraba erizada con orgullo. Recuerdo tus manos divirtiéndose con la mías, recreándose en mis nalgas y pechos, cogiéndome fuertemente por el cuello al llegar al éxtasis de nuestros encuentros. Recuerdo tus dedos desafiando mis adentros, confiriéndome un placer
las historias, las palabras, los pensamientos, las inquietudes, los sentimientos... muestran nuestra humanidad más allá de lo predecible